El culto pedagógico (crítica del populismo educativo), de José Sánchez Tortosa

Akal, 2019. 473 págs

Solo con echar un vistazo al prólogo de Inger Enkvist, la acreditada pedagoga sueca, que nos descubre el sólido hilo lógico y argumental que atraviesa el libro; o al Índice del mismo; o a la documentación manejada por su autor, resumida en diez páginas de bibliografía básica, de una riqueza inestimable para quien desee profundizar en los asuntos tratados; solo con tener en cuenta estos tres elementos, el lector se da cuenta de que está ante uno de esos libros que no van de broma, que no nos va a hacer perder el tiempo con una suma de lugares comunes acerca del tema que trata o de digresiones a la moda, tan diletantes como inútiles (léase todo el tostón de esa pseudo-neurociencia para andar por casa que arrasa entre los botarates más “a la violeta” de nuestro corral nacional).

No, este libro de José Sánchez Tortosa, de Akal Educación, va al meollo de la cuestión, sin contemplaciones, de un modo serio, documentado y clarísimo: la competencia de dos modelos básicos de entender el proceso de enseñanza aprendizaje y la prevalencia de uno, el formalismo pedagógico idealista, de matriz roussoniana, fundamentada en una serie de prejuicios románticos acerca de la infancia y de la adolescencia que han hecho furor en el mudillo pedagógico especialmente a lo largo del siglo XX y más en los últimos decenios; frente a un modelo materialista de matriz clásica, fundamentada en la transmisión racional y práctica de los conceptos y datos adecuados y necesarios para que los jóvenes se hagan de un modo crítico y activo con el mundo en que viven y en el que van a desempeñar su labores profesionales y su vida como ciudadanos libres (o no).

Este libro trata, así, de la pedagogía en sentido amplio, pero, sobre todo, de las corrientes pedagógicas que se han disputado los sistemas educativos públicos en Europa desde el siglo XVIII a la actualidad, que el autor resume en una lucha entre Platón versus Rousseau. ¿En qué sentido?, pues en el de la lucha entre la prevalencia en la práctica pedagógica de una racionalidad intelectual, fundamentada en el esfuerzo por dotar y dotarse de los datos y de su manejo empírico y crítico frente a anti-intelectualismo totalitario, de base idealista y dogmática, que puede partir de prejuicios románticos burgueses, pero también de prejuicios ideológicos de carácter social, como en la escuela nazi fascista o la estalinista o, más recientemente, en la influida por esas corrientes pedagógicas tan bienintencionadas y postmodernas, que hacen girar todo el proceso en torno a la supuesta “felicidad” y “satisfacción” emocional, del niño y del joven.

La intención y necesidad de este libro, pues, viene marcada por la cita inicial que lo encabeza. Nihil, quod idea falsa positivum habet, tollitur praesentia veri, quatenus verum (Spinoza, Ethica, IV, propositio I). Es decir, lo que tienen las ideas falsas, no es que no sean verdad, es que impiden la posibilidad de la emergencia de lo verdadero.

En la página 435, bajo el epígrafe “Adversus pedagogos”, el autor escribe lo siguiente:

«Se cuenta que, cuando Euclides acudió a Tolomeo para presentarle Lo Elementos, este le pidió un modo más sencillo para aprender Geometría. La respuesta de Euclides fue: “No hay caminos regios [basilikén] a la Geometría”.»

Y así es, solo hay un camino “democrático” a la Geometría; si privamos a los jóvenes, especialmente a los jóvenes de la clase obrera, de los conceptos, del “esfuerzo del concepto”, que decía Hegel, o del sentido del esfuerzo para seguir el camino del conocimiento, no les estamos haciendo un favor, les estamos excluyendo de la posibilidad del conocimiento mismo.

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