La voz común de Antonio Orihuela: Una poesía (una tarea) necesaria y urgente…
TdN2
¿Qué nos impide ser comunidad en diversidad, cooperación igualitaria y democracia directa? Y cómo (de qué modo) las relaciones de producción capitalista nos expropian de nuestra propia vida y la transforman en el tiempo de la muerte… Esta es la cuestión primordial que nos plantea resolver (de principio a fin) Antonio Orihuela (una tarea realizable y necesaria: cabría añadir) Este es el asunto (de los asuntos) al que tanto los artistas (uno a uno, pues el arte independiente de los seres reales que lo producen, no existe) como el público nos debemos (con urgencia y dedicación: cabría añadir) Una labor -a priori- ardua, prolija, densa y pesada (y, a veces -¿por qué no?-, embrollada y llena de trampas)

Aunque quizás, pensándolo bien, todo sea, no obstante, más fácil de lo que parece a primera vista; tal vez nos perdamos (a veces) o extraviemos el camino, o tal vez no sepamos (ni como artistas, ni como público) apurarla conceptualmente, cumplirla cabalmente, acabarla del todo (a costa de “nosotros mismos”, de nuestra propia vida); pero hay algunas cosas (sencillas, por otra parte) que sí sabemos (que Antonio Orihuela, al menos, sí sabe); que cualquier poética que pretenda reocupar la vida (reconquistarla para todos: para los artistas y para el público, uno a uno), entre lo particular y lo general, siempre preferirá lo particular, entre lo abstracto y lo concreto, siempre lo concreto; entre lo grande y lo pequeño, siempre lo pequeño; entre lo dinámico y lo inmóvil, el movimiento, sin duda…Y, sobre todo, siempre, siempre, lo real como principio y final (alfa y omega de la poesía necesaria), punto seguro de anclaje que nos defienda de la elusión diletante.
En esta búsqueda, además, no hay dentro ni fuera: lo interior (lo de dentro) fortalece lo exterior (lo de fuera), los individuos autoconscientes fortalecen al grupo (la Asamblea) y el grupo, a cada uno de sus miembros…
Materializar los símbolos de los mundos interiores (individuales), al mismo tiempo que las aspiraciones colectivas (los sueños compartidos de la mayoría), y convertirlos en acción y vida (en realidades activas y fecundas), esa es, pues, a fin de cuentas, la tarea (de los poetas y de todos y cada uno de nosotros) que Antonio Orihuela nos propone (merece la pena considerarla)