La montaña mágica de Thomas Mann

Para esta décimo segunda entrega, he seleccionado la extraordinaria obra de Mann, más citada que leída, como ocurre con casi todas las obras clásicas. Una experiencia lectora intensa, densa, completa y envolvente, con ánimo e intención totalizadora que exige, por eso, lectores que consideren la novela como algo más que un artefacto de entretenimiento. Un auténtico monumento a la escritura concebida como desentrañamiento de las almas y de los cuerpos de unos sujetos –que nos anuncian y somos, de alguna manera, ya nosotros mismos– atrapados por la Historia, justo al final de un mundo y al comienzo de otro.

***

… hubo momentos, joven Castorp, en los que brotaron en ti sueños de amor llenos de alentadores augurios, sueños que tú creías gobernar; eran sueños de muerte y de lujuria, de cuerpos dañados y libres… Y, ahora, viendo cómo te diriges hacia ese crepúsculo rojo, entre las trincheras, sobre el barro y la sangre de tus compañeros, nos preguntamos si de todo este festival mundial de la muerte, si de este espantoso arranque febril que calcina el cielo lluvioso del alba se elevará, algún día, el amor.

¡No! –me gritas, justo antes de perderte en la oscuridad…

¡En la cima te espera el bueno de Joachim! –querríamos gritarte nosotros desde nuestra cómoda sombra, pero ya es tarde.

FINIS OPERIS

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