Romeo y Julieta de William Shakespeare

[… no fueron aquellas las razones; fue la trágica lucidez de Romeo…]

ROMEO … ¡Julieta, Julieta, despierta!… Julieta, demasiada sangre ha corrido por nuestra culpa; demasiadas desgracias nos arrastran hacia el final… Julieta, despierta antes de que lleguen todos… acabo de matar al conde Paris… el último eslabón de una fatal cadena de asesinatos por nuestra culpa; ya nunca seremos felices, la sangre lo inunda todo y nos ahogaríamos en ella, ya no tenemos futuro, Julieta, ninguno… mejor la muerte, el olvido, esta apariencia inacabada y eterna de nuestra inocencia salvaguardada por el misterio de nuestra propia sangre… ya nunca seremos felices, tanta sangre y desgracia nos lo impedirán, amada mía… y el tiempo, la voraz e insobornable acción de los días que todo lo destruye y rebaja… querida Julieta, pongamos que somos capaces de remontar tanta adversidad, ¿qué sucederá con nuestro amor, con esta pasión que nos ha traído hasta aquí, transcurrido los meses y los años…? Mira el mundo, contempla la tibieza, cuando no el desagrado y la indiferencia con la que se miran nuestros padres… cualquier día, el menos pensado, me quejaré de cómo está el pollo o el pastel de queso, o de cómo te quejas de mi forma de andar o de respirar, o del ruidito que hago para comer… y pensaré e toda la sangre que ha costado ese instante insulso y penoso, y lamentaré aún más si cabe la inútil muerte del conde Paris, justo en el último momento, y las muertes y desgracias de todos los que murieron o sufrieron por nuestra causa… y sentiré todo como un cruel e insoportable engaño… y desearé que ambos realmente hubiésemos muerto hoy, esta noche, en este instante, y, así, hubiésemos permanecido en la memoria de las gentes para siempre, en su naturaleza ideal y heroica… Querida Julieta, no despiertes ya, no hace falta, nos sumiremos ambos, para defendernos del tiempo y de la sangre que se ha derramado por nosotros, en la oscuridad eterna, atravesaremos juntos el umbral del Paraíso blandamente, como ahora esta daga atraviesa tu corazón y luego herirá el mío… Querida mía, esta, la nuestra, será la última sangre que se derrame por nuestra culpa… hasta la eternidad, amada mía, hasta la eternidad…

EL ALGUACIL (que llega acompañado de Fray Lorenzo en es justo instante): ¡No, insensato, no lo hagas!…

FRAY LORENZO (que entra tras el Alguacil; aturdido por lo que ve y aterrado…) ¡Por Dios, hijo, qué has hecho!…

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