Comunicación presentada en el simposio dedicado a la obra de Armando López Salinas, organizado por la FIM y la UAM. 2011

Año tras año, una novela de los derrotados y los vencidos de ayer para los derrotados y vencidos de hoy

Año tras año, la novela de Armando López Salinas, escrita en 1961, y ganadora del premio de la editorial Ruedo Ibérico de 1962, es una novela coral cuyo objeto es el devenir colectivo –y personal[1]– de los derrotados y de los vencidos (o más apropiadamente, de los derrotados que fueron vencidos y de los derrotados que no se dejaron vencer, pero también de los vencedores que fueron realmente vencidos) que sobrevivieron a la Guerra Civil española y, sobre todo, a su inmediata posguerra. Un devenir colectivo –y personal– que va de la oscuridad, de la muerte y de la desesperanza, a la promesa y la esperanza de una vida futura plena, libre y luminosa. De la indignidad infligida a la dignidad conquistada. Una auténtica novela política que nos desvela no sólo el funcionamiento de la maquinaria de represión y de violencia racional puesta en marcha por los auténticos vencedores (los dueños del Capital, de las tierras y de la fuerza), sino también las consecuencias de todo ese frío y calculado poder de amedrentamiento en la inquieta, menesterosa y miserable vida de los vencidos: sean del lado de los “derrotados vencidos”, de los derrotados que se resisten a dejarse vencer; o sean del de los “vencedores vencidos” (aun sin saberlo). Y si su estilo asertivo, o las técnicas aplicadas a su escritura –fundamentadas en la yuxtaposición, en la parataxis, en la “economía narrativa” y en la elipsis– resultan aparentemente (y sólo aparentemente) sencillas, se debe no tanto al fin que se persigue: la afirmación de una esperanza colectiva; sino a las características del tiempo narrado en la novela –el que va del final de la contienda, al tratado con los Estados Unidos–; un tiempo aún sencillo, en el que vencedores y vencidos aún tenían repartidos sus papeles y sabían cuáles eran sus respectivos espacios. Aunque en el tiempo y en la coyuntura histórica en la que el texto surge haya síntomas de que ese sencillo viejo tiempo de la vieja España se está enmarañando y complejizando, de un modo imparable e inexorable, en la tortuosa búsqueda de la modernidad –identificada ya con el capitalismo de consumo– dentro de un régimen orgánico y totalitario.


[1] todos los personajes, sin excepción, principales o secundarios, en esta novela, tienen nombre propio, y de todos ellos se esboza al menos una brevísima trayectoria vital (que los sitúa en el mundo), y todo lo que desean, compran o venden tiene su precio exacto asignado.

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