Comunicación presentada a las primeras jornadas organizadas por la FIM y la UAM en torno a las relaciones de literatura y materialismo. 2008
César Vallejo, Antonio Machado y Luis Cernuda: la Guerra Civil Española y las palabras
Actas: Revista de crítica literaria marxista, ISSN-e 1989-2217, Nº. 1, 2008, págs. 9-18.
“… hemos perdido la guerra. Pero humanamente, no estoy tan seguro… Quizá la hemos ganado…”
declara en una de sus últimas entrevistas, concedida al poeta soviético Ehrenburg[1], en diciembre del 38, don Antonio Machado
[1] Entrevista con Ilya Ehrenburg, diciembre de 1938: en Antonio Machado, La Guerra.Escritos: 1936-39. Ed. por Julio Rodríguez Puértolas y Gerardo Pérez Herrero. Madrid: Emiliano Escolar Editor, 1983, pp. 355-356.
¡Cuánta fe en el poder de las palabras (y de los deseos) se esconde detrás de esta declaración!…
Si es cierto que los artistas (el arte, en general) responden –por activa o por pasiva; por obra u omisión– a estímulos procedentes de la Historia; y si es cierto también que el arte “activo”, aquel que es concebido ab initio como respuesta programada y consciente, “acompaña” a los procesos históricos, a veces, desde la gestación misma de los acontecimientos y de los procesos, con lo que parece que determinadas obras artísticas los “anticipan”: como sucede con determinados artistas y obras del Renacimiento, de la Ilustración o de las Vanguardias del siglo veinte; no es menos cierto que las obras artísticas no son los sucesos históricos, ni siquiera los provocan, aunque los acompañen y amplíen las significaciones y posibilidades simbólicas de los mismos.
Así, pues, la Guerra Civil Española en cuanto suceso –acontecimiento– material e histórico no es –apenas tiene que ver seguramente– con la Guerra Civil Española contada y cantada por la poesía (como tampoco tiene que ver con las narraciones cinematográficas, periodísticas y literarias que a partir del acontecimiento realmente dado se han hecho); esto que parece evidente, no lo es, como quedó demostrado en las jornadas sobre el Exilio del 39, celebradas hace unas pocas semanas antes en esta misma Universidad.
En ellas, el Exilio, acontecimiento material e histórico, quedaba oculto y confundido con las expresiones poéticas, las narraciones literarias y los relatos personales suscitados por la experiencia o los relatos acerca de lo “realmente” acontecido. Pues es el caso que incluso a nosotros, comprometidos, más o menos, con discursos materialistas históricos, nos cuesta deslindar también los ámbitos de la ficción y de la realidad, y muy comúnmente confundimos nuestros deseos, sueños, ilusiones y palabras acerca de la realidad, con la realidad misma. E incluso con nuestras palabras creemos poder “imponer” sus condiciones. Es lo que le sucede a Machado, cuando afirma la victoria potencial de la España republicana, contra toda evidencia, por la superioridad moral (por el “merecimiento”: escribirá él) del pueblo levantado en armas durante tres años. Pero eso es lo que creían –y creen– también la inmensa mayoría de los perdedores.
Y es que, si hay una guerra hecha con palabras, esa fue la Guerra Civil Española; hasta tal punto que no sólo durante, sino que después de haber sucedido, siguió –como sabemos–, y sigue aún hoy (que se lo digan a los “píomoas” y compañía) librándose con las palabras.
Pero ya antes (en realidad, muchos decenios antes del acontecimiento “real”), la II República Española, acontecimiento material e histórico, se ideó e instituyó, en parte fundamental, sobre la fe en el inmenso poder de la esperanza y de las palabras; de modo que pocos acontecimientos históricos han quedado ocultos y confundidos en tal cantidad de deseos, de sueños e ilusiones, puestos en palabras, como aquel “sueño” republicano; vivido aún hoy, también, como un evento mítico, más que material e histórico.
No solamente fueron los millones de iletrados alfabetizados, ni la unción cuasi religiosa de las “misiones pedagógicas” y del cuerpo de Magisterio republicano; ni toda la poesía y energía literaria que despertó; era tal la confianza en el poder de las palabras que llegaron a editarse periódicos para analfabetos[1].
Por lo tanto lo que haremos aquí no es referirnos a la Guerra Civil Española como acontecimiento material e histórico, sino a algunas de las palabras que han trasladado ese acontecimiento a nuestro imaginario personal y colectivo; las palabras de tres de los más cualificados “portavoces” de ese acontecimiento: Antonio Machado, Luis Cernuda y César Vallejo. Y lo vamos a hacer refiriéndonos de modo sucinto a algunos de sus textos y fragmentos más significativos e influyentes.
[1] … Ello revela el extraordinario fenómeno acontecido durante la guerra civil: la ocupación popular del lenguaje público. Porque esta guerra fue muchísimas cosas pero, desde nuestra perspectiva fue, sobre todo, una irrupción pocas veces vista en el espacio de la palabra pública. Y esta ocupación del lenguaje se demostró, además, vehemente y dramática; al punto que permite pensar que las palabras se habían hecho absolutamente definitivas y decisivas… /… A través del lenguaje los sujetos concretos accedían al debate abierto sobre sus destinos, cuyas opciones tenían el precio de su libertad y su vida. Es extraordinario, por ejemplo, observar que incluso el último año de la guerra, cuando es obvio que la República está perdida, los periódicos populares siguen hablando de la victoria. Y no solamente hablan de la victoria contra el fascismo, sino que representan la realidad a través del lenguaje como si fuese ya humanizada por la victoria. Probablemente este es un modo peculiar que tiene el lenguaje de sustituir a los hechos, no por mero voluntarismo o convicción del sujeto histórico, sino porque no le quedan sino sus palabras…Julio Ortega: “César Vallejo y la guerra civil española”. Voz Otra. México, No. 1 (Nov. 05): 22-28.