Palabras para Inquilinos del viento de Mara Romero
No deja de ser extraño que dos personas de espacios tan separados y que se han visto tan solo dos veces –la primera, en Moguer, durante los encuentros de Voces del Extremo de 2008; y, ahora, en Madrid–, guarden una tan afectuosa relación; pero más extraño aún, creo, es que una de ellas, Mara, haya elegido a la otra, un servidor, para presentar su último –el sexto– poemario, Inquilinos del viento, en la capital de España. Que una poeta, como ella, que fundamenta su poesía en la carne y la pasión vivida, cuyos versos van del corazón a las entrañas, me haya pedido a mí, cuyos versos van, por lo general, del corazón al intelecto, que la acompañase en esa ocasión… (“tú piensas sueños / yo los convoco”: escribe en uno de sus poemas, ¿estaba pensando en esta ocasión?)
Porque estas son las palabras justamente que definirían este último poemario, Inquilinos del viento, de Mara Romero (Cd. Obregón. Sonora), carne y pasión; pero una carne rememorada y, en este caso, una pasión oscura, porque hay una cierta desazón y oscura esencia en este libro de Mara.

Recuesto mi razón
en la morada
que alucina con la espera:
nunca conocí bien a los hombres…
por eso oculté mis sueños
en grutas infieles al sol y su certeza
Pero la muerte ronda cerca:
alguien que nunca amé en otro tiempo hace añicos mi memoria…
Aunque también hay, a pesar de la certidumbre de la muerte y del olvido que acechan, una cerrada defensa de la esperanza; la confianza agazapada entre sus versos de que el (re)encuentro de los cuerpos y de las almas sea finalmente posible, de nuevo: “cuando las palabras fallan” y “duele la luz”. Y, no obstante, “Te espero, / adversa en notas… Queda tu espalda recta…”
Y, finalmente, está el símil y la capacidad evocadora de la metáfora como piedra clave de todo el arco poético que describe este excelente poemario, Inquilinos del viento, y toda la poesía de esta “vendedora de palabras” (se dice).
La sangre escala mi cuerpo,
mide la estatura a tus demonios…
…
Trepo en la fisura
de fragancias funerarias
rasgos semejantes a tu rostro…