Sílithus de Enrique Falcón, un apocalipsis revelador de nuestro tiempo

La Oveja Roja, 2020 (144 páginas)

Sílithus, un encargo puesto a nuestra disposición, en sentido literal, por La Oveja Roja, es la última obra magna de Enrique Falcón, fruto de más de cinco años de trabajo, está compuesta de cuatro partes: “Libro de los vigilantes”, “Libro de las parábolas”, “Libro de las luminarias” y “Fuentes de imagen”. Y está dedicada a «las plantas, los insectos, las niñas y los pájaros». En su frontispicio, una advertencia tripartita nos advierte lo siguiente: «Ay de los hombres que tienen que escribir / en la corteza de los últimos árboles / nombres de una lengua a punto de extinguirse». Una vez traspasado ese umbral, simple y majestuoso, el lector se adentra, por fin, en esa ciudad/mundo presente/futuro, espacio de un apocalipsis/revolución inevitable, Sílithus. Y lo hará arrastrado por un arrebatador torbellino de sensaciones, imágenes poéticas, citas y pensamientos. Un arrebato que es apocalíptico en el más profundo sentido del término; esto es, inquietante y revelador.

Una vez, dije que la escritura de Enrique Falcón era una escritura de raíces proféticas; que, en realidad, es nuestro Isaías contemporáneo, y aquí está, todo confirmado, «cuando ya el tiempo del hombre no es ya el tiempo del mar.» Aquí se alza, de nuevo, su voz. Si a alguien le cabía alguna duda, después de La marcha de los 150.000.000 o de la denominada Trilogía de las Sombras, la lectura atenta de cada una de estas cuatro partes de Sílithus, que deben ser leídas al mismo y en distintos tiempos, pues, desde su misma construcción como texto, Sílithus es un libro que exige relecturas múltiples y panópticas, le ayudarán a entender afirmación tan aparentemente desorbitada y tajante.

«Ay de las épocas en que sus poetas / solo pueden escribir apocalipsis.» Exclama la voz interior del canto. O el tiempo en que

Acosados por todas las gramáticas,

las carbonizaciones de lo que la clase obrera ya no podía decir,

la clase que es acorralada

la clase acorralada

/ y acosada Debe ser expresado en la desazón de ese mismo canto, inquietante, oscuro y claro, a un tiempo, obtusamente rebelde y clarísimo, a un tiempo, como el agua era clara, antes de Sílithus, ya «acosados por el infortunio…»

El lector debe tener paciencia, atravesar, como se ha dicho antes, en sentidos y direcciones diversas las partes de que consta este poemario palindrómico. Es un texto exigente para lectores exigentes. Hoy, no puede ser de otro modo. La escritura profética no puede ser de otro modo, en este tiempo…

Tiempo de cólera y tiempo de misericordia

La media distancia que un poema abre

ante los ojos posibles de la compasión

[ XII / D ]         solamente de

una extrema necesidad, el poema

floreciendo entre escombros y clavos;

la gente, en todo satisfecha       (saciada)

carecía del todo   de necesidades

y nuestros músicos componían

morismas, avatares, trocas de condenación,

esa oposición inofensiva que resultó todo poema.

Créanme, Sílithus, del compañero Quique Falcón, es todo menos poesía o canto inofensivos. Léanlo –reléanlo, sobre todo– con atención, el presente/futuro está en juego. Resulta reconfortante saber que hay editores aún que apuestan, se arriesgan y encargan tareas como esta a los poetas.

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