Antonio Machado en el S XXI: Nueva trilla de poesía, pensamiento y persona, de Víctor Fuentes.
Visor, “Biblioteca Filológica Hispana”. 2018. 426 págs.
Cultura de la República: Revista de análisis crítico (CRRAC), ISSN-e 2530-8238, Nº. 3, 2019, págs. 194-196. Es reseña de: Antonio Machado en el siglo XXI: (nueva trilla de su poesía, pensamiento y persona) Víctor Fuentes, 2018.

Antonio Machado en el S XXI: Nueva trilla de poesía, pensamiento y persona, deVíctor Fuentes, se estructura a partir de dos líneas de fuerza muy bien definidas; ambas fundamentales:
Una es la evolución constante y la reescritura, como impronta inequívoca y marca de la casa de don Antonio; la sensación de “obra en marcha” que da el conjunto de escritos del autor a quien contempla su obra en perspectiva completa, como hace Víctor Fuentes. Desde Soledades, las primeras Soledades de 1903, y sus varios Campos de Castilla, hasta el extraordinario despliegue de sus series de Mairenas, antes y durante la Guerra. Esto es, de principio a final.
La otra gran línea de fuerza argumentativa y analítica, respecto de la vida/obra machadiana completa, es la apertura y la aguda atención a la realidad/mundo y a la Historia/vida, desde el principio también, que caracteriza a la misma.
Sobre un fondo siempre idealista, ilustrado, jacobino y romántico, propio de un hombre cuya formación se cimienta en el siglo XIX, como no podía ser de otra manera, algo de lo que él mismo es plenamente consciente (y así lo expresa en muchas ocasiones), don Antonio Machado se nos revela siempre ojo avizor sobre lo que pasa a su alrededor, en la filosofía, en la literatura, en el arte, en la cultura, en las costumbres, en la sociedad y en la política, esto es, en cualquiera de los procesos materiales e históricos, en general, que conforman lo real; actitud vigilante que le hace no solo asumir el cambio de siglo, sino el cambio histórico, e incluso civilizatorio, que el capitalismo de consumo moderno y las revoluciones obreras han puesto sobre el tapete desde los años diez del pasado siglo, especialmente desde la Gran Guerra y la revolución de 1917.
Por eso es tan significativa la división en dos partes simétricas (de siete capítulos cada una) que Víctor Fuentes ha establecido en el índice de este libro/vida de Machado y que sea precisamente 1917 la fecha liminar. Y por eso son tan iluminadores y deslumbrantes las intervenciones y los escritos del último Machado, una obra última que es, finalmente, resumen y cifra de todo ese proceso de evolución y de apertura mental y vital hacia el mundo que le ha rodeado a lo largo del los primeros tres tercios del siglo XX. Un Machado último, especialmente el del Mairena de la Guerra, de 1937 y 1938 (en La Vanguardia de Barcelona o en Hora de España) tan olvidado, a menudo, por la crítica académica.
Esa inaudita e insospechada lucidez para un hombre de su procedencia de clase y de generación, si lo comparamos con las actitudes y posturas de otros miembros vivos del 98, en aquellos momentos decisivos de la historia de nuestro país; ese Machado de la Guerra, que nos sacude, cuando nos encontramos con él, no puede comprenderse, tal como se desprende de la lectura de este estudio general de Víctor Fuentes, sin percibir en el devenir de su escritura, desde el principio, esas dos líneas de fuerza que se destacan en este inusual esfuerzo crítico totalizador de una obra y de una vida claves para nuestra memoria colectiva y personal, por generaciones, descubriendo en lo hondo de ella una escritura viva y actual. Lo que sinceramente no sé si es bueno o malo; porque, si podemos leer y sentir como a un contemporáneo a Machado, algo muy grave ha pasado en nosotros como pueblo y colectividad, no digamos si aún podemos hacer lo propio con Blanco White, Larra, Clarín o Galdós. Y no digamos si don Antonio Machado nos adelanta por la izquierda como el Correcaminos al Coyote de los viejos dibujos animados.
«¿Por qué nos asustan tanto las palabras? [nos pregunta, ese Machado]; si el barco necesita nueva tripulación y nuevos capitanes, ¿por qué no reclutarlos del mundo del trabajo, cuando el del capital es -por definición aceptada- el de las viejas ratas que corroen la nave?», en Miscelánea apócrifa…
(LXVII)
O
«Hoy hace seis años fue proclamada la segunda República española. Yo no diré que esta república lleve seis de vida; porque entre la disolución de las ya inmortales Cortes Constituyentes y el triunfo del Frente Popular, hay muchos días sombríos de restauración picaresca, que no me atrevo a llamar republicanos. De modo que, para entendernos, diré que hoy evocamos la fecha en que fue proclamada la segunda gloriosa República española. Y que la evocamos en las horas trágicas y heroicas de una tercera República, no menos gloriosa, que tiene también su fecha conmemorativa –el 16 de febrero– y cuyo porvenir nos inquieta y nos apasiona…»
en Apuntes de Juan de Mairena (LIV, 15)
Antonio Machado no supera –está claro– ciertos límites ideológicos, propios de su generación, de su origen y de su formación –esencialmente “idealista”–, de ahí, tal vez, su resistencia a las vanguardias, aunque, para Víctor Fuentes, tal reticencia acaso sea un síntoma de “avance” y no de “retroceso”, tomada en perspectiva histórica, por lo que iba a venir; pero lo cierto es que es muy consciente de cuáles son éstos –y evoluciona con ellos–; y, sobre todo, es capaz de mirar un poco “más allá”, por encima de ellos, como también ha sabido ver Víctor Fuentes en este magnífico trabajo crítico. Machado parece entrever, al final, un nuevo marco –ideológico– conceptual más adecuado que el de su generación (el unamuniano, por ejemplo) para dar cuenta de la “situación histórica” en que está inmerso y, así, poder nombrar mejor el mundo que se fragua a su alrededor. Por eso, no puedo acabar esta sucinta relación de citas y referencias de este excepcional Machado, sin citar esta:
«El hombre de la civilización occidental, va para buena persona, excelente padre de familia, que gana el pan cotidiano contribuyendo en la modesta medida de sus fuerzas al futuro aniquilamiento de la especie humana…»
Desde el mirador de la guerra LXXX
En el capitalismo no hay inocencia posible, puro siglo XXI, en efecto.