Ponencia para las jornadas poéticas de Torrejón de Ardoz.
Notas para una Poética Materialista
- La poesía tradicional y sus falsas dicotomías.
Mi intención, sea en poesía, novela, ensayo o teatro, es poner al otro (al lector o al espectador) ante el mundo que habitamos, con toda su potencia aniquiladora y desmoralizadora (en sentido estricto); pero también provocarle un cierto impulso, instintivo o racional, de resistencia y afirmación. Esto es, mi proyecto como escritor, desde el principio, estuvo claro, no renunciar al Referente del signo lingüístico/literario y hacer de nuestro “estar en el mundo presente” la materia poética, convencido de que lo que sucede “dentro de nosotros”, acontece, en realidad, “fuera de nosotros”, pues somos “sujetos históricos”.
Y, desde un punto de vista técnico, quienes se acerquen a mi obra comprobarán cómo los recursos estilísticos de nuestra tradición literaria, especialmente de la literatura del siglo veinte, pero también de la literatura clásica, se despliegan y se aplican solo cuando ayudan a cumplir el objetivo perseguido, la representación poética del presente histórico, o a salvar un obstáculo evidente en el proceso poético, dramático o narrativo, tal como lo he enunciado más arriba.
La poesía tradicional está ligada a discursos considerados “trascendentales”, fundamentados en una estética esencialmente idealista e idealizante, dispuesta por la ideología de la clase que detenta el capital, la burguesía moderna, a partir del Renacimiento.
Y esconde una serie de falsas dicotomías: Puro / Impuro; Forma / Contenido; Inútil / Útil; Privado / Público; etc.
De modo que si la Poesía sólo se concibe como la expresión de la intimidad privada e individual, acaba vinculándose exclusivamente a los primeros miembros de los pares anteriores. Como si la dicotomía Compromiso / No Compromiso dependiese de la supuesta Responsabilidad / Irresponsabilidad del poeta o escritor.
Hay quien pretende eliminar de la poesía el pensamiento crítico, oponiendo Racionalidad a Irracionalidad y Conocimiento a Emociones, algo de todo punto incomprensible y absurdo. Negando a la poesía el ámbito de la racionalidad y del del conocimiento.
Pues, si esto fuese así, ¿quiénes serían los encargados de discriminar y establecer los límites del conocimiento y de la racionalidad?, se pregunta, Roque Dalton, uno de los grandes poetas americanos, ¿los burócratas del Partido, o de la Academia?, ¿los amos del Capital?, ¿los funcionarios de la crítica?, me pregunto, yo.
- Saber la verdad no basta
… “Todo pasa en nuestro estado de civilización industrial como si, habiendo inventado una sustancia, se inventase, según sus propiedades, una enfermedad que ella cura… Se nos inoculan, pues, para fines de enriquecimiento, gustos y deseos que no tienen origen en nuestra vida fisiológica profunda, sino que resultan de excitaciones psíquicas o sensoriales deliberadamente infligidas… Nuestro sistema orgánico, sometido cada vez más a experiencias mecánicas, físicas y químicas siempre nuevas, se comporta como ante una intoxicación insidiosa, se acomoda a su veneno e inmediatamente lo exige; cada día halla la dosis más insuficiente…” Así es, en efecto, tal como lo expresaba Paul Valery, en el umbral de los años veinte, tras la primera Gran Guerra, el moderno Capitalismo pulsional del que habla, hoy día, Bernard Stiegler, que devora todo y se autodevora.
En resumidas cuentas, tal como lo expresa Bertolt Brecht en “Cinco obstáculos para decir la verdad” (en Manifiestos por la revolución. Debate. 2002)
… “La gran verdad de nuestro tiempo (con cuyo conocimiento no basta, pero sin, cuyo conocimiento no puede encontrarse ninguna otra verdad de importancia) es que nuestro continente se sume en la barbarie porque la propiedad se vincula forzosamente, a los medios de producción. ¿De qué sirve escribir algo valeroso del que se desprenda que el estado en el que nos sumimos es bárbaro (lo cual es cierto), si no está claro por qué hemos llegado a este estado?…”
O como lo formula Iris M Zavala, en términos lacanianos, en “El cuerpo de la escritura: collage a tres voces con interrupciones” (en Action Art. La fragmentación como modo de acción 03: www.geifco.org/actionart/index.htm)
… “los actos del drama corporal, el comer, el beber, las necesidades naturales, el acoplamiento, el embarazo, el parto, el crecimiento, la vejez, la enfermedad, la muerte, el descuartizamiento, el despedazamiento, la absorción de un cuerpo por otro… Las formas grotescas del cuerpo predominan en el lenguaje no oficial de los pueblos –la injuria, la risa, las palizas, los despedazamientos, las maldiciones– es el cuerpo fecundante-fecundado, que da a luz al mundo comedor-comido, bebiente, excretador, enfermo, moribundo…”
Dicho de otro modo. En última instancia… “el orden público simbólico (que se materializa en leyes, reglas y normas no escritas), pone de relieve la vulnerabilidad del sistema y su transgresión, denuncia el carácter de “no-todo” de lo social, y desmonta desde dentro la consistencia de la ideología dominante. O, más evidente aún: que el antagonismo social (la lucha de clases) es un Real que impide que la realidad social objetiva se constituya como un todo autosuficiente… /… Sé que todo ello conlleva el fin de la inocencia –concluye, Iris M Zavala–, pero no de la esperanza…”
¿Es posible, pues, una literatura materialista; esto es, política? ¿Es posible un arte, una novela, una poesía o un teatro materialistas –politizados–, que den cuenta del antagonismo, de las fisuras existentes en esa impostura de totalidad objetiva incontestable que se nos impone como absoluta subjetividad; o que indaguen y visibilicen en términos artísticos y poéticos las causas materiales, esto es, históricas, de ese aniquilamiento del deseo, de la postración, del sufrimiento y de la pasividad, así como de la rabia, de la ira, del odio de clase, pero también del amor, de la solidaridad entre los sufrientes o de la compasión…?
Una poesía, un arte, una literatura, en definitiva, que alcancen un nivel explicativo –que superen los niveles meramente descriptivos o taxonómicos– de los fenómenos y de sus causas, como exige Fraçoise Perus para una auténtica crítica literaria materialista, que impida esa general sustracción o, dicho con sus palabras, esa “evacuación de toda referencia a la historia concreta, a las circunstancias de la enunciación como las condiciones de producción de los enunciados” literarios; ese auténtico “vaciamiento referencial” tan característico de las tradiciones críticas formalistas… (cf. “Estructura social y producción intelectual”, Capítulo I de Literatura y sociedad en América Latina: el Modernismo, Casa de las Américas, 1976)

¿Es posible una tal literatura?
Claro que sí.
Los intentos que, a lo largo del siglo veinte, se hicieron, el de Belén Gopegui o Isaac Rosa, en la novela; o los de Jorge Riechmann, Antonio Orihuela, Quique Falcón, Isabel Pérez Montalbán, María Ángeles Maeso, o el mío propio, si se me permite, ahí están.
Hay un brevísimo poema, del libro titulado Parte de paz, de Patricio Rascón, trabajador y poeta, que nos ilustra una de las múltiples posibilidades en que se puede concretar una práctica política y materialista de la poesía, en la que una buena parte de lo dicho hasta ahora, especialmente la dilucidación de las causas materiales –esto es, sociales y concretas– de la desesperanza y la desolación personales –de la “muerte del deseo”, en suma–, está funcionando como poema.
ME LLAMO PATRICIO
tengo 39 años
he olvidado los lirismos delgados
los que evocan pájaros
verdores
agua
labios…
yacen bajo la escoba
con la que barro el taller
donde trabajo
han muerto
entre el ruido de las máquinas
si acaso asoman
alguna vez
lo hacen revueltos entre
ayes de dolor autobiográfico
y parecen gatos despanzurrados
en mitad de la calzada
Pero volvamos a Bertolt Brecht; y releamos algunas de las afirmaciones citadas más arriba… La gran verdad de nuestro tiempo (con cuyo conocimiento no basta, pero sin, cuyo conocimiento no puede encontrarse ninguna otra verdad de importancia) es que nuestro continente se sume en la barbarie porque la propiedad se vincula forzosamente, a los medios de producción… Es decir, estar en posesión de la verdad, conocer las causas materiales de los fenómenos es necesario, pero “no basta”, en efecto; pues la literatura, en general, y la poesía, en particular, en tanto que enunciados especializados, tienen sus “condiciones técnicas” específicas –como la manipulación del barro para el alfarero–; y a ellas nos debemos los que hemos elegido esta vía de confrontación, de expresión y de avance hacia lo Otro (contando con la evidencia –que, muy a menudo, tendemos a olvidar– de que hay otras decenas de formas y de vías de confrontación a nuestra disposición: desde una pistola a un panfleto o a un ensayo); por lo que despreciar los conocimientos técnicos acumulados, las estrategias y las prácticas artísticas de las tradiciones culta y/o popular, indiscriminadamente, sin un estudio y un análisis crítico pormenorizado de los mismos, de sus valores expresivos y de sus alcances prácticos, o de sus posibilidades de “uso desplazado”, es un acto suicida para aquel arte de “intención crítica” que pretenda constituirse como tal enunciado literario o artístico politizado… Del mismo modo que resulta estéril empecinarse en una sola vía o práctica artística y literaria hegemónica, se llame realismo, expresionismo o abstracción.
Sea como sea, lo cierto es que, tal como afirma Brecht, cuando trata de la búsqueda y la expresión de la verdad por parte de los escritores materialistas (también en “Cinco obstáculos para decir la verdad”), por lo general, esta empresa requiere –literalmente– de “esfuerzo y estudio”; vale decir, de un objetivo pensado, y de un método y un “plan de construcción” acordes con el mismo. Y todo ello no tiene que ver necesariamente con la razón –o la verdad– que nos asista; pues… “¿De qué sirve escribir algo valeroso del que se desprenda que el estado en el que nos sumimos es bárbaro (lo cual es cierto), si no está claro por qué hemos llegado a este estado?…”
Y esa es precisamente la clave para determinar el valor de una obra literaria, en términos materialistas e históricos; si nos lleva –y no importa tanto el camino escogido– a las causas históricas y materiales del “estado de realidad” que habitamos y que somos; si nos las hace visibles, o si, por el contrario, nos aleja de las mismas; o nos las oculta, naturalizándolas. Si es capaz, o no, de poner en relación material lo que sucede dentro de nosotros con lo que sucede fuera de nosotros, como creo que hace Patricio Rascón en su poema.
En definitiva, si, como establecimos, más arriba, las obras literarias alcanzan un nivel suficientemente explicativo de los fenómenos; señalándonos, además, las fisuras del “no-todo” social constituido; o si nos remiten a un estadio meramente descriptivo –e inoperante: sensu estricto– de los mismos.
Cada coyuntura histórica requiere de lenguajes y respuestas artísticas adecuados a sus condiciones particulares; y eso, necesariamente, conlleva el uso flexible, libre y perito del lenguaje y de las herramientas y de las técnicas propias de la literatura, para aplicarlas adecuada y eficazmente a la expresión parcial o total de esa coyuntura (y no de otra, ya pasada); por lo que sin el estudio previo y un esfuerzo coherente al fin perseguido, como quiere Brecht, no hay literatura materialista, ni arte crítico posible; pues “saber la verdad” es condición necesaria, pero no suficiente para que haya una tal literatura materialista y crítica.
POEMAS DE MATÍAS ESCALERA CORDERO
DE VITA BREVE
[Grito y realidad, 2008]
Si tenemos el desastre ahí delante de nosotros
por qué no lo vemos…

A MIS IGUALES
[Pero no islas, 2009]
Mañana
la calle se llenará de nuestras voces…
Vladimir Maiakovski
Sí: será mañana…
Arrojaremos perlas y margaritas a los cerdos…
Hasta que el fango se cubra de perfume
Y de nácar
Y el barro quede cubierto de pétalos impares
Arrancados
Y los hocicos hartos de belleza: ahítos para siempre
(de entusiasmo lírico) Y nos aplaudan
A rabiar porque hayamos vencido…
Y nuestro suicidio no sea ya nunca
Necesario
Y las calles estén llenas –a rebosar– de nuestras voces…
De perlas y de pétalos impares
Arrancados
¿Y ELLAS?
[Del amor (de los amos) y del poder (de los esclavos), 2016]
Son más de ciento cincuenta mil…
Son mujeres filipinas
Y trabajan veinticuatro horas (cada veinticuatro)
Seis días de seis
Y al séptimo descansan… (doce horas de veinticuatro:
aproximadamente…)
Es en Hong Kong
Sí
Son ciento cincuenta mil mujeres filipinas que trabajan
Veinticuatro horas al día durante seis días a la semana
Y que descansan doce horas aproximadamente
El séptimo día…
Es en Hong Kong y toman su centro financiero
Doce horas –aproximadamente– cada domingo del año…
Ciento cincuenta mil mujeres filipinas que toman
El centro financiero de Hong Kong
Durante doce horas –aproximadamente– cada domingo
Del año…
Y llevan años haciéndolo…
Todo sucede a la sombra del emblemático rascacielos
De Norman Foster…
Y bailan
Y charlan
Y lloran
Y sacan sus pequeñas esteras para jugar al bingo
Y se encierran en sus diminutas casitas de cartón
Y vuelven a llorar
Y se recogen con su dolor y con su soledad
Durante horas (o durante minutos…)
Y luego lían y apilan sus paquetes…
Y los acarrean
(… entre todas también: los paquetes…)
Y los envían religiosamente a sus familias…
(… cada una su paquete…)
Son ciento cincuenta mil mujeres filipinas las que toman
El centro financiero
De Hong Kong
Doce horas –aproximadamente– cada domingo
Sucede a la sombra del emblemático rascacielos
De Norman Foster
Y trabajan veinticuatro horas de cada veinticuatro
Durante seis días a la semana…
Y se miran y lloran y vuelven a mirarse
Hasta que se reconocen y recuerdan que fueron otra cosa…
Y entonces juegan al bingo
Charlan y ríen (ríen a veces: o muchas veces tal vez…)
Y se aíslan solas
En grupos
Minutos
Horas
En sus pequeñas casitas de cartón
Y terminan liando y apilando
Y acarreando
Los consabidos enormes paquetes que todos los pobres
Del mundo
Embalan y lían y apilan sin descanso para sus familias…
Son las ocho de la tarde y se despiden puntualmente…
Deshacen sus casitas de cartón
Se miran y graban sus rostros de cuando eran otra cosa…
… hasta el domingo que viene al amanecer…
Se enjugan las lágrimas y guardan las fichas y las cartulinas…
Y callan
Y se dan la vuelta y se dispersan…
Y desaparecen… (y a la mañana siguiente
en el centro financiero
de Hong Kong
a la sombra del emblemático rascacielos
de Norman Foster
no quedará rastro alguno de su paso
en medio del bullicio y del trasiego de dólares
de yuanes y de libras esterlinas…)
¿Se acuerdan ellas del amor?
…
Y los trabajadores que se suicidan –de una sola vez:
en las factorías
de Apple o Dell o Hewlett-Packard– para garantizarse
La indemnización
Que salve la vida a sus familias…
O las mujeres que son violadas en Huelva mientras recogen
Fresas… o los esclavos sin geografía precisa…
¿Qué piensan ellos del amor?
Sus amos
Sus verdugos
O los aseados ejecutivos del centro financiero de Hong Kong
Que cada lunes toman
El territorio de las lágrimas y del dolor…
¿Conocen ellos el amor? O recuerdan acaso ellos también La palabra…
CIEN VECES MUERTO (CADA DÍA)
[Pero no islas, 2009]
Hoy he muerto cien veces encima de los puentes
(¿es que no lo entiendes?) Cien veces debajo de los puentes
Cien veces encima del asfalto
Cien veces debajo del asfalto…
Hoy (o tal vez fue ayer
y antes de ayer también) He sido desplazado
Arrojado recibido despedido vapuleado colgado arrancado…
He muerto cien veces (como muere un perro) Cien veces
Sobre el asfalto y cien veces bajo el asfalto…
Sobre los puentes y bajo los puentes (no me hables del último
plazo ni de nuestros hijos: tampoco de tus sueños) Calla
Ven: sólo acércate y acuéstate a mi lado…
Y acaríciame mientras duermo…
…
Del cansancio nace la luz
En la oscuridad vuelvo a ti (sin sueños)
AMOR SIN CONTEMPLACIONES
[Versos de invierno: para un verano sin fin, 2014]
Las cosas suceden así…
Un día uno (quizás confuso
o cansado) se va y el otro
Espera
Pasa el tiempo y otro día el otro se va (quizás confuso
o cansado también) y el uno
Espera
Y es que uno u otro (o ambos: a un tiempo) Saben
Sospechan en realidad que el regreso puede durar una vida
Entera…
O que tal vez –lo más probable– no haya jamás ningún regreso…
Y aun así deciden (al menos uno: o lo deciden ambos
el uno y el otro) Esperar