Utopía Queer: el entonces y allí de la futuridad antinormativa, de José Esteban Muñoz
Caja Negra, 2020. 351 págs.
Lo primero que se me ocurre decir de Utopía Queer, de J. E. Muñoz (1967-2013), el ensayista y pensador de origen cubano, que nació en La Habana, pero que emigró siendo muy niño a los Estados Unidos, con su familia, y que llegó a ser un relevante especialista en literatura comparada y en la crítica de los actos artísticos performativos queer, es que debería ser leído con atención por todos, por las distintas corrientes del movimiento feminista y LGTBIQ, para ver si una visión tan lúcida, clara y positiva del fenómeno –en su vertiente artística–, como es la que en este libro se expresa, nos calma y nos permite recuperar el sentido (¿común?) lúdico y gozoso de vivir; también respecto de qué es ser una mujer o un hombre o sencillamente qué es ser una persona o un ser humano libre: desasidos, por fin, de cualquier límite biológico, social, cultural o psicológico, y resistentes a todos los cánones y normas restrictivas, respecto del género y de los sexos, que nos vienen dadas por el “aquí y ahora” del capitalismo, o por las culturas dominantes, religiosas y patriarcales, e incluso de las autopercepciones biológicas emanadas de ellas.
Las claves del libro están en su subtítulo: Uno, “el entonces”; esto es, cómo documenta el autor la explosión de la conciencia queer (cuyo significado provocador y político, a un tiempo, del término se explicita en la página 12) allá por los años sesenta y setenta, en los Estados Unidos, en cuanto que fenómeno irreductible, subversivo y antisistémico. Dos, “el allí”; esencialmente la ciudad de Nueva York, en donde se da ese despliegue como arrebato, que se materializó en innumerables acciones, casi todas ellas artísticas y performativas. Y tres, “futuridad antinormativa”; es decir, toda esa energía e ilusión volcada al futuro de un “estar en el mundo” nuevo y desobediente de las normas, fueren cuales fueren, que rompió y rasgó las costuras del sistema dominante para siempre, también el del establishment gay (y esto es importante de entender). Porque, al leer este libro, nos ponemos en contacto con el pensamiento, pero, más propiamente, con el sentimiento de un verdadero “ser esperanza” atravesado por la posibilidad de la utopía y de lo utópico como motor de acción y de la alegría de vivir que interroga a todos sin excepciones. “El futuro está en el presente”, se afirma en la tercera de las secciones del libro, puro Ernst Bloch, fuente ideológica explícita del autor, como resalta Mariano López Seoane en su magnífico prólogo.

Y es que la acción, como la expresión artística queer, para J. E. Muñoz es, en sí misma, esperanzadora y utópica, ya que se rebela contra la dictadura del “aquí y ahora”, y, por tanto, liberadora, arrebatadora y vertiginosa, de un modo tal que se enfrenta inevitablemente a lo dado, a los patrones conservadores y patriarcales (como cuando el propio autor se presenta ante su padre, un emigrado cubano anticastrista, como una persona queer de izquierda), pero también, como se ha dicho más arriba, a lo que el propio José Esteban Muñoz denomina “pragmatismo gay” u homonormativismo asimilado, en palabras de Lisa Duggan, poderes fácticos internos de los movimientos de liberación –de identidad blanca, en su mayoría–, que promueven, en última instancia, una asimilación aceptable y normativa de lo diverso en el sistema, por ejemplo, a través de sus luchas por el reconocimiento de la institución del matrimonio entre personas del mismo sexo, en vez de invalidar la institución misma.
Utopía Queer: el entonces y allí de la futuridad antinormativa es, además de todo ello, un documento fiel sobre la obra de varios de los artistas y escritores queers más importantes de ese momento primigenio, desde Andy Warhol, Kevin McCarty, Ray Jonhson, LeRoi Jones, Elizabeth Bishop, Fred Herko o Jack Smith; y también de los fundamentos estéticos de sus obras, con documentación fotográfica y gráfica que nos ayuda a comprender mejor el fenómeno descrito y el sentimiento utópico y liberador profundo que lo anima. Un sentimiento que es, en resumidas cuentas, tal como se expresa en el libro, un alegato de “la esperanza frente a la desolación”, y, yo diría también, de la alegría de vivir infundidos de la utopía de lo múltiple, de lo desmedido y de lo diverso, sin normas ni restricciones, frente al mal rollo autoritario de los y de las que pretenden decirnos qué es ser hombre o qué es ser mujer, olvidándose de que, antes y después, somos, sobre todo, y eso sí es seguro, seres humanos, personas que aspiran a vivir sus vidas en libertad y, tal vez, con voluntad y algo de suerte, vivirlas con la alegría de lo que son y de cómo se sienten y se conciben a sí mismas.